miércoles, 4 de diciembre de 2013

Living the whole spanish experience ¿ah, qué es lo que ha dicho?

¡Hola!
Sí, hola. En España nos decimos hola. Rara vez utilizamos el buenos días, noches, tardes, etc. Hola. Más fácil, rápido y -a mi parecer- amigable. Peruana de nacimiento y habiendo vivido casi todos mis años "ahí" decidí un día dejarlo todo. Y digo todo porque lo tenía todo: un buen trabajo, mi pisito bonito con un alquiler baratísimo en una zona privilegiada, amigos, perrito, algún chico o dos por ahí dando vueltas y una creciente macroeconomía que llevaría al actual boom latinoamericano.
¿Qué me pasó? Que soy alicia, vivo feliz en el caos, necesito resolver problemas, tetris. La vida en una isla con cocos y palmeras me mataría. Tener "mi vida resuelta" a tan pronta edad me asustaba. So this is it? me preguntaba y me respondía que no, que no puede ser. Drama, necesito más acción, más personajes, más lugares, muchísimos otros plot points (y eso que ya había tenido unos cuantos).
Mi burbuja limeñita me asfixiaba: los mismos bares de niños bien, los supermercados de gente bien, el taxista al que llamaba a cualquier hora para que me recoja. Suena bien ¿no?
A mí no.
Vine de visita a Madrid en mayo del 2004 y conocí la libertad: ir caminando a todas partes sin miedo a que me roben, entrar a un bar a las 11 de la mañana y que no pase nada, ver una ciudad en donde todos gritaban pero no se odiaban. Independencia: no necesitaba taxis cuando el metro y el autobús iban tan bien. No necesitaba que me cuiden. No necesitaba a nadie. ¡Podía hacerlo todo yo sola! Me enamoré.
Volví a Lima, a trabajar en el diario más reconocido de Lima, en mi escritorio de periodista, con mis contactos y mis editores y salir de comisión en coche y escribir y hacer lo que nací para hacer: escribir. Pero ya nada era igual. Cambié de medio, me fui a una revista de economía, buscando más emoción (y dinero), nada.
Al cabo de un par de años un buen día me echaron, supongo por mi melancolía. Trabajaba mucho pero no me reía de los chistes del jefe ni le aplaudía sus batallitas. Además, no tengo apellido compuesto ni soy rubia y estaba trabajando en un sitio muy de "blanquitos". Así es Lima.
Me echaron y me hundí más y más. Me ofrecieron el mejor freelance de mi vida (así son las aventuras de la alicita: imprevistas): iría un par de semanas a Huaraz a investigar, fotografiar y escribir las memorias de la ONG de una minera. Gran experiencia. Conocí gente maravillosa del lugar y a otros limeñitos que, al igual que yo, se habían cansado de la burbujita y habían huido a la sierra, a hacer algo que diera frutos aunque no se llenaran los bolsillos con ello.
Cambié.
Fue así que tuve una conversación interna con Lima: lo nuestro ya no funcionaba. No era ella, ella me daba lo mejor para que la amase eternamente. Era yo, que buscaba más, cosas que ella, tan bonita pero con límites no me podía ofrecer. Decidimos darnos un tiempo, volvería cuando nuestro amor renaciera. Pero ¿adónde me iba? Dos opciones únicas: trabajar en Huaraz con mis hippie amigos felices y cosmopolitas o hacer un máster en la Univ. Complutense. Quien contestase primero. Ganó la Complutense por puesta de mano, empaqué mi vida en 2 maletas que sumaban 64 kilos y no miré atrás, no mucho (nota: mi madre vive aquí, lo que facilita el tema extrañadera y esas cosas).
Llegué, empecé el máster y luego un trabajo que parecía pequeñito pero que en dos meses se convirtió en algo grande y genial. Amé ser Internacional (Project Manager o Controller o lo que sea, lo amé). Y di con mi amor: el orden. Y así pasaron años, me integré y naturalmente me enganché de Madrid.
Pasaron 4 años.
Cambié de trabajo. Rompí con mi novio inglés. Me apunté a un club de running. Hice más amigos. Viajé. Estaba viviendo casi casi la full spanish experience cuando "de pronto llegó la crisis ("de pronto" dicen en las noticias, yo la vi venir esa mañana que anunciaron que Islandia había quebrado como país. Pero quien soy yo para decir nada). Entonces, dos años después ocurrió.
Me despidieron.
En parte fue la crisis y en parte fueron otras cosas que mis amigos saben y que no voy a poner en este blog porque no es digno. Sólo diré que me fui feliz. Y que fui feliz el tiempo que ahí estuve, aprendí mucho y viajé otro poco.
A estás alturas se preguntarán ¿Y a qué viene el nombre del blog?
Cuando me preguntan ¿pero qué haces en el paro? (porque al parecer soy taaaan buena que debiera tener trabajo y gente peleándose por mí para que vaya a sus empresas... con qué buenos ojos me miran mis amigos, en serio) a lo que les digo que ya lo había hecho casi todo en este país: estudiar, trabajar, integrarme, alquilar un piso, mudarme, conocer sus jergas, disfrutar su comida, ir a fiestas de pueblo, viajar en ambulancia y más. Sólo me faltaba perder el trabajo y cobrar el paro. De esa manera viviría la full spanish experience y en eso ando.
Es raro. Sí, raro. He estudiado siempre, luego he trabajado, nunca paré. Y de pronto paras y te sientas a pensar. Y es bueno. Y es malo. Y duermes. Y te vas de vacaciones y parece que te hubieras sacado la lotería. Pero luego las neuronitas piden actividad. Y duermes. Y caes en cama. Y mejor hoy no salgo, que hace frío. Ya mañana quedo con esta amiga, o mejor la otra semana. Y pasan los días y no ves a nadie. Y de pronto descubro que a veces no me he quitado el pijama todo el día, ergo, no me he duchado. Sé que a muchos les parece normal no ducharse todos los días (y no los critico) pero en mi caso no lo es. Me ducho aunque me vuelva a poner el pijama (como hoy, por ejemplo). Algo va mal.
Busco trabajo y sigo buscando y recibiendo cartas de "gracias por participar" en inglés, otras en castellano. A veces me alegro (cuando no quería el trabajo) y otras me molesto porque sé que ese trabajo era piece of cake para mí.
Y así estoy. Y así están muchos españoles. Y muchos migrantes también (aunque siempre ha habido clases, como dicen aquí). Y no sé cuánto más esté o pueda estar así, pero pienso escribirlo, que hace tantísimo que no lo hago. Lo echaba de menos, mi eterno amante.
Nos vemos mañana, si eso :)